AL CALOR DEL PICÓN
José Ernesto Vicente
Pérez
Que mejor calefacción
que el brasero en la
camilla
con los pies en la
lambrera
y “arropao” con la
faldilla.
Cuando ya no
calentaba
y no metía “na” de
calor
solo había que
emborrajarle
removiendo algo el
picón.
Aguantaba todo el día
sin gastar gota
gasoil
y las casas más
calientes
que las tenemos hoy
por hoy.
Y si olía a
chamusquina
es que había algún
tizón
como no te dieras
prisa
te “ajumaba” el
comedor.
Te sentabas en la
silla
a enrear en la
chimenea
y las abuelas nos
decían
¡¡no enrees que luego te meas!!.
¡¡no enrees que luego te meas!!.
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